lunes, 27 de enero de 2014

Almuerzo Desnudo, El exterminador hace un buen trabajo

El temor de la Muerte y la debilidad de la Muerte se apoderaron del muchacho, y le cortaron la respiración, le detuvieron la circulación de la sangre. Se apoyó contra una pared, que pareció ceder ligeramente. Recuperó en un instante la claridad de la droga.
El Marinero estaba preparando una inyección. -Cuando llegue el momento estarás allí, ¿verdad? -dijo mientras palpaba la vena del muchacho y raspaba los puntitos de la piel con dedos suaves de vieja. Clavó la aguja. En la base de la jeringa se abrió una orquídea roja. El Marinero opimió el bulbo, mirando al mismo tiempo el pasaje de la solución a la vena del muchacho, absorbida por la sed silenciosa de la sangre.

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