(...) Qué talentosa era la muerte. Cuántas expresiones y movimientos de la mano, la cara, el cuerpo, que no se repetían nunca. Los muertos se alzaban como los tubos desnudos de un vasto órgano arruinado, de bocas frenéticas. Y ahora la mano de la locura descendía sobre todas las teclas a la vez, y el órgano emitía un grito interminable, por un centenar de gargantas

El siguiente en la fila
Ray Bradbury

Comentarios