martes, 4 de marzo de 2014

Ladrones (Chéjov)

"(...) La nevasca no se había calmado. Unas nubes blancas, aferrándose con sus largas colas a hierbas y arbustos, cruzaban el patio, y al otro lado de la valla, en el campo, gigantes ensabanados giraban y caían para levantarse de nuevo y proseguir su pelea sin cesar de agitar los brazos. ¡Y el viento, el viento! Los desnudos abedules y cerezos, que no podían soportar sus groseras caricias, se inclinaban casi hasta el suelo y lloraban: <¿Qué pecado hemos cometido, Señor, para que nos mantengas sujetos al suelo, sin permitirnos disfrutar de la libertad?>"

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