miércoles, 28 de mayo de 2014

La muerte de Iván Ilich, X

""[...] durante el ultimo tiempo de esa terrible soledad, Ivan Ilich vivió exclusivamente con la imaginación puesta en el pasado. Las escenas de su vida se le aparecían, una tras otra. Siempre empezaba con lo más cercano en el tiempo y retrocedía hacia lo más lejano, hacia la infancia, allí se detenía. Si se acordaba de la ciruela hervida que le daban para comer, recordaba la ciruela pasa, cruda, arrugada, que comía en su infancia, de su sabor especial y de la abundancia de saliva cuando llegaba al hueso; al lado de este recuerdo de sabor, surgían otros recuerdos de aquel tiempo: el aya, el hermano, los juguetes. «No he de pensar en esto... es demasiado doloroso», se decía Iván Ilich, y se trasladaba otra vez al presente. Veía un botón en el respaldo del diván, unas arrugas en el tafilete. «El tafilete es caro y poco resistente; por él tuvimos un altercado. Pero el tafilete era otro y la riña fue distinta cuando rompimos la cartera de papá y nos castigaron, y mamá nos llevó empanadillas.» Otra vez se detenía en la infancia, de nuevo le era aquello doloroso y se esforzaba por alejarlo de su mente y pensar en otra cosa
Al mismo tiempo, paralelamente a este proceso del recuerdo, surgía en su alma otra serie de recuerdos acerca de cómo se le agravó la enfermedad. Eran mayores los bienes de la vida y era mayor la vida misma. Lo uno y lo otro se fundían. «Así como las torturas se van haciendo cada vez más intensas, la vida se ha hecho también cada vez peor», pensaba. Un punto luminoso allí, lejos, al comienzo de la vida, y luego todo se hacía negro, cada vez más negro, y más rápido, cada vez más rápido. «Es inversamente proporcional al cuadrado de las distancias de la muerte», pensaba Iván Ilich. Esta imagen de la piedra que cae con creciente rapidez se le grabó en el alma. La vida, serie de sufrimientos que se agrandan, corre más rápido hacia el final para el doliente. «Yo caigo...» [...]"

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