viernes, 22 de agosto de 2014

La primera Lady Chatterley (IV)

"(...) En efecto, a la tarde siguiente fueron juntos al bosque y ella se mostró enteramente feliz correteando de un lado a otro, para recoger flores que llevaba riendo a la silla de Clifford.
—"Eres todavía la inviolada novia del silencio" —dijo él recordando los versos de un poema favorito, mientras miraba con emoción las flores silvestres que había tomado en sus manos—. Estas flores de primavera siempre me hacen recordar ese poema. ¿No te sucede a ti lo mismo?
—Sí —respondió ella vagamente. Y añadió—: ¿Pero por qué violada?... ¡Es una palabra tan violenta!... Las flores, cuando sienten que se les acercan las abejas o pequeños insectos, para posarse sobre ellas, no se sienten violadas, ¿no te parece?
—Quizá no —dijo él—. ¡Qué lindas son! ¿verdad? ¡Mira esta violeta!... ¿Sabes, querida, que estoy convencido de que nadie amaría tanto las flores, de no haber escrito tantas cosas hermosas sobre ellas los poetas del mundo?
Ella pensó: ¿era cierto aquello? No: solamente lo era a medias. Las bellas frases de los poetas abrían, sí, muchas puertas, pequeñas y extrañas puertas, a las flores. Pero una vez que se pasaba de la puerta del poeta, las flores eran mudas y hermosas por sí mismas."

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