sábado, 27 de septiembre de 2014

Carlota en Weimar

"Se podría objetar que el honor del hombre consiste en vivir su vida propia y cuidarse de su propia causa, por modesta que sea; pero el destino me ha enseñado que existe un honor amargo y un honor suave; yo he escogido virilmente el amargo, hasta donde puede escoger el hombre, ¿no es verdad?, ya que la fatalidad no decide en su lugar sin dejarle la facultad de escoger. Con toda seguridad, hace falta un gran tacto en la vida para acomodarse a las disposiciones del destino (para pactar en cierto modo con él, si me atrevo a expresarme así), y atenerse a un compromiso entre el honor amargo y el suave, al cual nuestra nostalgia y nuestra ambición aspiran sin cesar."

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