domingo, 28 de septiembre de 2014

Murmullos del bosque

Susurraba el bosque...
Siempre se oía en él un murmullo acompasado, que se prolongaba como el eco de una campana remota, y tranquilo como una tonada apacible, o como un nebuloso recuerdo del pasado. Susurraba siempre porque era un bosque viejo y agreste, donde no habían penetrado todavía la sierra ni el hacha del leñador.
Enormes pinos centenarios de robustos troncos rojizos, se erguían como un ejército en formación, y sus verdes copas se unían estrechamente. Abajo dominaba el silencio y un fuerte olor a resina. Por entre la espesa alfombra de agujas de pino que cubría la tierra, se abrían paso exuberantes helechos que exhibían sus caprichosos flecos completamente inmóviles, sin balancear una sola hoja. En los lugares húmedos, se encontraban hierbas de largos tallos. El trébol blanco inclinaba su pesada cabeza con una dulce languidez. Y arriba se escuchaba, como un suspiro apagado, el murmullo del bosque, incesante, infinito.

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