viernes, 2 de enero de 2015

970 - Emily Dickinson

Color, casta, nombre
son asunto del tiempo.
La más divina clasificación
de la muerte no los conoce.

Como en el sueño, se olvidan los matices
y se dejan atrás los credos
y los dedos grandes y democráticos
de la muerte borran las etiquetas.

La raza a ella no le importa.
De crisálidas rubias
o pardas
ella saca igualmente mariposas

que de su oscuridad emergen.
Lo que la muerte muy bien sabe
nuestras menudas intuiciones
no lo juzgan plausible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario