martes, 30 de septiembre de 2014

LMM - Cambios (con cambios)

"¿Qué es (*)? Un misterio sin realidad propia y omnipotente. Es una condición del mundo de los fenómenos, un movimiento mezclado y unido a la existencia de los cuerpos en el espacio y su movimiento. Pero ¿habría (*) si no hubiese movimiento? ¿Habría movimiento si no hubiese (*)? ¡Es inútil preguntar! ¿Es (*) función del espacio? ¿O es lo contrario? ¿Son ambos una misma cosa? ¡Es inútil continuar preguntando! (*) es activo, produce. ¿Qué produce? Produce el cambio. El ahora no es el entonces, el aquí no es el allí, pues entre ambas cosas existe siempre el movimiento. Pero como el movimiento por el cual se mide (*) es circular y se cierra sobre sí mismo, ese movimiento y ese cambio se podrían calificar perfectamente de reposo e inmovilidad. El entonces se repite sin cesar en el ahora, y el allá se repite en el aquí."

lunes, 29 de septiembre de 2014

Como fui en otro tiempo, así soy ahora... (A. Pushkin)

Como fui en otro tiempo, así soy ahora,
descuidado, amoroso. Bien sabéis, mis amigos,
si puedo una belleza mirar sin conmoverme,
sin tímida ternura, sin emoción secreta.
¿Jugó poco el amor, acaso, en mi existencia?
¿Bastante no luché cual joven gerifalte
en la red traicionera tendida por la Cipria?
Pero aún no escarmentado por centenas de ofensas, 
ante otros nuevos ídolos elevo mis plegarias...

domingo, 28 de septiembre de 2014

Murmullos del bosque

Susurraba el bosque...
Siempre se oía en él un murmullo acompasado, que se prolongaba como el eco de una campana remota, y tranquilo como una tonada apacible, o como un nebuloso recuerdo del pasado. Susurraba siempre porque era un bosque viejo y agreste, donde no habían penetrado todavía la sierra ni el hacha del leñador.
Enormes pinos centenarios de robustos troncos rojizos, se erguían como un ejército en formación, y sus verdes copas se unían estrechamente. Abajo dominaba el silencio y un fuerte olor a resina. Por entre la espesa alfombra de agujas de pino que cubría la tierra, se abrían paso exuberantes helechos que exhibían sus caprichosos flecos completamente inmóviles, sin balancear una sola hoja. En los lugares húmedos, se encontraban hierbas de largos tallos. El trébol blanco inclinaba su pesada cabeza con una dulce languidez. Y arriba se escuchaba, como un suspiro apagado, el murmullo del bosque, incesante, infinito.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Carlota en Weimar

"Se podría objetar que el honor del hombre consiste en vivir su vida propia y cuidarse de su propia causa, por modesta que sea; pero el destino me ha enseñado que existe un honor amargo y un honor suave; yo he escogido virilmente el amargo, hasta donde puede escoger el hombre, ¿no es verdad?, ya que la fatalidad no decide en su lugar sin dejarle la facultad de escoger. Con toda seguridad, hace falta un gran tacto en la vida para acomodarse a las disposiciones del destino (para pactar en cierto modo con él, si me atrevo a expresarme así), y atenerse a un compromiso entre el honor amargo y el suave, al cual nuestra nostalgia y nuestra ambición aspiran sin cesar."

viernes, 12 de septiembre de 2014

Senescencia

Las fotos de papá y mamá cuando eran jóvenes y no existíamos: "papá y mamá". Intentar no pestañear. El oscilar del título de una película. Cuando chiquito: "Si me saco los mocos y los junto en un frasco, ¿cuántos frascos puedo llenar?". Estar en casa de la abuela y ponerse dedales en todos los dedos. Que el vello se vuelva rubicundo en verano, con la piel morena, cuando la luz lo alcanza de soslayo. Leer un libro de encuadernación cosida y alcanzar las páginas en que los hilos se perciben. Las flores perladas al comienzo de la mañana. Hurgar en librerías durante una tarde de lluvia. Pensar en qué sucedería si pudiéramos vernos a nosotros mismos, como todos nos ven, desenvolviéndonos naturalmente en la vida. Apretar los párpados con fuerza y tener caleidoscopios por ojos. Hacerse el dormido al lado de alguien y sentir los sonidos de su propio silencio. Ver naranja cuando cerramos los ojos mirando al sol. Descubrirse un nuevo lunar. Desear no morirnos; morirnos.